24 octubre 2013

La bruja del Tepozteco.






Tepoztlán se encuentra ubicado a 18 kilómetros de Cuernavaca por la carretera  que va de esta ciudad a Cuautla. Pero lo más asombroso es, que para llegar a la cumbre de cerro, se tiene que subir por una bien trazada vereda que nos va abriendo el panorama del valle, desde donde se pueden apreciar las miles de formas que con el paso de los años se han formado  en las rocas, y es aquí donde yacen los vestigios de esta impactante leyenda.



Hace muchos años, cuando la zona apenas se estaba acreditando como turística, los lugareños  comenzaron a ver bolas de fuego que viajaban a grandes velocidades, a veces eran pequeñas, pero otras tantas, demasiado grandes. Lo curioso era que los árboles del cerro no se quemaban, ni siquiera porque estas bolas se posaban en ellos.

La mayoría de las personas comenzaron a temerles, creyendo que algo malo estaba próximo a suceder, pero conforme pasaban los días, eran cada vez menos. Para cuando el pueblo se acrecentó, únicamente quedaba una de esas bolas y ya todos conocían su procedencia. Se trataba de una burja que se alimentaba de los niños; para protegerse los curanderos aconsejaron que se coocaran ajos sobre las puertas, acompañados de una cruz hecha con mijo (material de que se hacen algunas escobas), de esta manera la despiadada mujer no podría entrar a ninguna de las casas.

Pero como la bruja era muy vengativa, comenzó a molestar a los curanderos eliminando a la mayoría de ellos. Con esto, el temor volvió a apoderarse de las calles, no había nadie que se atreviera a salir por la noche, o muy de madrugada.

Meses después, la curandera más visitada por los pobladores se cansó de esta situación. Cuentan  que se preparó, tomó fuerzas de los espíritus y subió varias veces el cerro del Tepozteco con la finalidad de cargarse de energía.

Cierto día, cuando la mujer caminaba por la vereda del cerro, se topó frente a frente con la bruja, quien  ya la estaba esperando. Se dice que la lucha de fuerzas desató una terrible tormenta, el cielo pareció oscurecerse pero una luz brotó de entre las tinieblas porque el pueblo comenzó a orar.

La bruja intentó huir pero se topó con todos los hombres, quienes llevaban machetes y antorchas; cuando se sintió acorralada, huyó a las alturas, pero en un descuido, chocó con las rocas del cerro, que al sentirla en sus entrañas la aprisionaron para siempre.

Ese mismo día, y como señal de lo acontecido, se grabó en las rocas la horrible forma de la bruja, quien hasta nuestros dpias se encuentra atrapada en el cerro del Tepozteco.

Texto extraído de Cuentos y Leyendas de Todo México

Editorial Época