Hoy Jueves en la nueva sección de Leyendas Urbanas les traigo la historia de La extraña mujer de negro. Disfrútenla.
Debido a su trabajo, Gilberto Loera debía hacer de noche el recorrido entre la Ciudad de México y la de Toluca. Siempre iba con su compadre Ireneo pero este había agarrado una gripe tremenda aquella tarde de diciembre y, por ello, en medio de las sombras don Gilberto iba solo y temeroso manejando su viejo auto. Ya había odio rumores de que en esa carretera sucedían cosas muy raras. Para distraerse, traía la radio encendida.
Atravesó el túnel que esta después de la Marqueza y por el que hoy acorta mucho el recorrido entre las dos ciudades. Al salir de dicho tramo, volvió a oírse la música del recuerdo de una estación especializada en avivar la nostalgia de los 60´s. Era un bolero que le hizo atravesar entre gratas memorias el largo puente de cemento que sigue del túnel.
Después circulo entre los cerros cortados de tajo para dar paso a la nueva carretera, por sierto cuando esto sucedía, tenia poco tiempo de haber sido inaugurada.
Gilberto empezó a cantar acompañando al interprete de la radio cuando de subito, al dar una vuelta, vio a una anciana de negro que caminaba hacia adelante al lado de la carretera. Esto le pareció muy raro, pues sabia que en kilómetros a la redonda no habia ni una sola casa.
-Ah, carajo. ¿Que hace solita por acá y a estas horas?
Consulto su reloj de pulsera. Eran pasaditas de la media noche.
Antes de que alcanzara a la mujer, esta empezó a bajar el empinado terreno, alejándose de la carretera; por cierto que parecía caminar inusualmente rápido, pese a que no aparentaba mover mucho las piernas.
Cuando Gilberto paso por donde la mujer habia empezado a decender: ya no se le veía ni la cabeza. El hombre no puedo evitar sentir una opresión en el pecho, pero se esforzó por no dar demasiada importancia al suceso. Sin embargo, un nuevo descubrimiento lo puso alerta, tenso, lo cual le preocupo sobre todo por que el medico le habia recomendado evitar las emociones fuertes, dadas sus dolencias cardiacas. Sucedió que la señal de la radio se habia perdido unos instantes, sin haber razón para ello, pues habia sucedió justo cuando iba ya por un terreno alto, sin cerros a la vista.
Poco a poco la señal fue volviendo. Don Gilberto comenzaba a entonar una nueva melodía cuando la voz se le quebró de golpe, pues los faros de su vehículo iluminaron de repente a la misma mujer que vio unos 5 km atrás. Esta iba entrando a la cuneta despacio, siempre de espaldas al conductor,avanzo unos metros con sus andar calmado, y mas adelante volvio a bajar para irse desvaneciendo entre las sombras.
-Madre de dios.
La radio volvió a perder la señal y la recupero de nuevo metros adelante.
Para entonces el conductor estaba a punto del desmallo y empezó a tallarse el pecho fuertemente. Acelero, con peligro de no poder controlar el auto entre las curvas, pues deseaba alejarse de ese paraje cuanto antes.
Disminuyo la velocidad cuando pudo ver las luces de la cuidad de Toluca. Solo entonces se sintió seguro de no volver a encontrarse con el espectro de la mujer enlutada.