04 diciembre 2013

El emperador y la semilla.



Un emperador en el Lejano Oriente se estaba haciendo viejo y sabía que se acercaba el momento de elegir a su sucesor. Pero en lugar de elegir a uno de sus asistentes o a uno de sus hijos decidió hacer algo diferente. Llamó a todos los jóvenes del reino y los reunió un día. Les dijo, “Es hora de que deje mi trono y elija al siguiente emperador; y he decidido elegir a uno de ustedes.”

¡Los jóvenes quedaron boquiabiertos! Pero el emperador continuó. “Voy a dar a cada uno de ustedes una semilla. Una semilla muy especial. Quiero que la planten, la rieguen y dentro de un año quiero que regresen con lo que haya nacido de esa semilla. Será entonces cuando juzgue a las plantas que traigan y seleccione quién será el siguiente emperador.”


Un muchacho llamado Ling estaba ahí ese día, y él, como los demás, recibió una semilla. Partió a casa y muy emocionado le contó a su madre la historia. Ella le ayudó a conseguir una maceta y tierra fértil; luego él plantó la semilla y con mucho cuidado la regó. Cada día la regaba y miraba si ya estaba germinando.

Después de tres semanas algunos jóvenes comenzaron a hablar de sus semillas y de las plantas que estaban comenzando a crecer.

Ling seguía vigilando su semilla, pero nada crecía. Tres semanas, cuatro semanas, cinco semanas pasaron. Pero nada. Para entonces, los demás hablaban de sus plantas, pero Ling no tenía ninguna, y sentía que había fallado. Pasaron seis meses y nada germinaba aún de la maceta de Ling. Sabía que de alguna manera había matado su semilla.

Todos los demás ya tenían arbolitos y plantas grandes, pero él no. Sin embargo, Ling no decía nada a sus amigos. Simplemente seguía esperando a que su semilla creciera.

Finalmente pasó un año y todos los jóvenes del reino llevaron sus plantas para que el emperador las inspeccionara. Ling le dijo a su madre que no quería llevar su maceta vacía. Pero siendo honesto con lo que había pasado, Lign se sentía muy mal, pero sabía que su madre tenía razón. Llevó su maceta vacía al palacio; y al llegar, se sorprendió de toda la variedad de plantas que habían crecido en las macetas de sus amigos. Eran hermosas y de múltiples formas y tamaños.

Ling puso su maceta vacía en el piso y muchos de los demás jóvenes se rieron de él. Algunos otros sintieron lástima y solo dijeron, “¡Hey! Buen intento.”

Cuando el emperador llegó miró alrededor de la habitación y saludó a los jóvenes. Ling trató de esconderse hasta atrás. “Qué bonitas plantas, árboles y flores han cuidado durante el año,” dijo el emperador. “¡Hoy uno de ustedes será nombrado el siguiente emperador!” Para asombro de todos, el emperador señaló a Ling, que estaba escondido al fondo de la habitación con su maceta vacía. Ordenó a sus guardias que lo trajeran al frente.

Ling estaba aterrorizado. “¡El emperador sabe que soy un fracaso! ¡Tal vez hará que me maten!”

Cuando Ling llegó al frente, el emperador le preguntó su nombre. “Mi nombre es Ling,” contestó. Todos los chicos se reían y se burlaban de él. El emperador pidió a todos que se calmaran. Miró a Ling, y luego anunció a la multitud, “¡Saluden a su nuevo emperador! ¡Su nombre es Ling!”

Ling no podía creerlo, su semilla ni siquiera había germinado. ¿Cómo podría ser el nuevo emperador?

Luego el emperador dijo, “Hoy hace un año les di a cada quien una semilla, les dije que la plantaran, la regaran y la trajeran de regreso hoy. Pero a todos les di semillas hervidas, las cuales nunca podrían crecer. Todos ustedes, excepto Ling, me han traído árboles, plantas y flores. Cuando se dieron cuenta de que las semillas no crecerían, las sustituyeron por otras. Ling fue el único con el coraje y la honestidad de traerme una maceta con mi semilla dentro. Es por eso que él será el nuevo emperador.”


  • Si plantas honestidad, cosecharás confianza.
  • Si plantas bondad, cosecharás amigos.
  • Si plantas humildad, cosecharás grandeza.
  • Si plantas perseverancia, cosecharás victoria.
  • Si plantas consideración, cosecharás harmonía.
  • Si plantas trabajo arduo, cosecharás éxito.
  • Si plantas perdón, cosecharás reconciliación.
  • Si plantas apertura, cosecharás intimidad.
  • Si plantas paciencia, cosecharás mejoras.
  • Si plantas fe, cosecharás milagros.


Pero


  • Si plantas deshonestidad, cosecharás desconfianza.
  • Si plantas egoísmo, cosecharás soledad.
  • Si plantas orgullo, cosecharás destrucción.
  • Si plantas envidia, cosecharás problemas.
  • Si plantas flojera, cosecharás estancamiento.
  • Si plantas amargura, cosecharás aislamiento.
  • Si plantas avaricia, cosecharás pérdidas.
  • Si plantas chismes, cosecharás enemigos.
  • Si plantas preocupaciones, cosecharás arrugas
  • Si plantas pecados, cosecharás culpas.

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