25 noviembre 2013

Un mexicano en África.



Volaba un avión por encima de África cuando de repente se cae…
Entre los pasajeros sobrevivientes figuraban diez rusos, diez gringos, diez alemanes, diez japoneses y un mexicano.
Optaron por quedarse dentro del avión para evitar los peligros que les habían dicho había en plena selva.
Pero pasaron tres días y como estaban lejos de cualquier ciudad o civilización, se acabó la comida.
Así que se reunieron dejando al mexicano en un rincón.
— Y ahora, ¿Qué hacemos si ya no hay comida? —deliberaban.
— ¡Ya sé! —dijo un japonés—. Vamos a mandal a alguien a jungla pala que consiga alimentos.

— ¿Queeeeeeeeé? ¿Estás lokovich? —intervino un ruso—. Allá afuerrrra hay fierrrras salvajes…
Pero a uno de los gringos se le ocurrió otra idea:
— Me saberr. Vamos mandarr al mexicanouuu. El siempre ganarr en chistes. Es horra que tocarle algo too.
Así que todos van con el mexicano y le dicen:
— Mira. El consejo te nombró como representante para que vayas a conseguir alimento para todos.
— ¿Yoooo? ¡Pero si sólo traigo esta navaja!
— Y nos vas a dejar esa navaja, pues tenemos que cortar y preparar lo que caces.
Así que el mexicano sale del avión, agarra un pedazo de madera y les deja la navaja.
Acto seguido se mete a la selva. Pasan varias horas y aquel ni sus polvos. De repente,
se asoman todos por las ventanillas y ven al mexicano corriendo con los ojos saltados,
seguido por un león enorme y feroz. Todos están de acuerdo que por más que odien al mexicano,no lo pueden dejar morir.
Así que se ponen cerca de la puerta para abrirla en el último segundo. Y así lo hacen.
Viene el mexicano hecho la madre, se acerca al avión, los de adentro abren la puerta,
y entonces el mexicano, en vez de entrar, se agacha en el mismo instante en que el león da el salto,
cayendo éste dentro del avión. El mexicano se levanta de un brinco, cierra la puerta en chinga y les grita:
—Bueno. Ahí váyanlo haciendo fajitas, cabrones, que ahorita vuelvo. ¡Voy por otro!